La verdad es que nunca había indagado nada sobre quién o quiénes había detrás de la revista ¡Hola!, una de esas publicaciones consideradas un "género menor" pero también de las pocas iniciativas españolas que han traspasado con éxito las fronteras de España. Hoy mismo, clickeando por las webs de varios periódicos, he podido saber que su propietario y director, Eduardo Sánchez Junco, ha fallecido dejando tras de sí una empresa que, bajo el nombre Hello!, opera -a parte de en España- en Reino Unido, Grecia, Rusia, Turquía, Emiratos Árabes, Tailandia, Filipinas o Brasil. Se suele decir con cierto humor y burla que España ha exportado al mundo los Chupa-Chups, el Cola-Cao, el futbolín, la fregona y la revista ¡Hola!. Pero lo cierto es que, sin dudar de la utilidad de los otros inventos nacionales, esta publicación fundada en los años 40, por vana o superficial que pueda llegar a ser, es de las pocas aportaciones realmente influyentes que nuestro país ha ofrecido a la prensa internacional. Así que aquí dejo una breve reseña sobre la interesante vida de este editor palentino, que ha recibido varios premios por su trayectoria, publicada hoy por el diario ABC.
Eduardo Sánchez Junco principió en el Periodismo desde la cuna. Cuando nace la revista ¡Hola! en una habitación de su casa de Barcelona él tiene un año. Su infancia machadiana, la de un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra, son recuerdos de un patio donde crecía una publicación gracias al denodado esfuerzo de su padre, Antonio Sánchez, director de «La Prensa», y de su madre, Mercedes Junco.
Los primeros números de ¡Hola!, que se subtitulaba «Semanario de amenidades», llevaban en portada una ilustración. Se distribuyeron 14.000 ejemplares, costaba dos pesetas y tenía veinte páginas. La primera papilla de Eduardo Sánchez Junco olía a tinta y a rotativa. Todo su crecimiento infantil está rodeado de las fotografías de ¡Hola! y de sus padres laborando veinticinco horas al día, comentando la agenda del día, debatiendo la portada, proponiendo entrevistas, pergeñando el relato de la crónica social...
Eduardo Sánchez Junco comparaba su infancia con la de aquellos ganaderos santanderinos que tienen a las vacas en la parte de abajo de su propia casa y los niños crecen junto a ellas. Él creció así junto a ¡Hola!, de manera que su contacto con la revista es como si hubiera tenido una hermana con la que convivir. Sesenta y seis años después, ¡Hola! seguía haciéndose, escribiéndose, gestándose en su propio domicilio, Redacción incluida, y Eduardo Sánchez Junco mantenía así su conspicuo contacto con la revista.
Pero llegó un momento en la vida en la que Eduardo Sánchez Junco decidió estudiar Ingeniería Agrónoma. Aficionado a la agricultura, amante de la naturaleza, a Eduardo Sánchez Junco le atraía la carrera de Ingeniería. Una vez terminada, actúa como un agrónomo en una finca en la provincia de Burgos y en otros lugares.
Pero la tinta periodística nunca dejó de circular por sus venas. Desde siempre supo que su futuro era la revista ¡Hola!, mantener la publicación y que todo siguiera adelante porque era la empresa que hizo crecer su gran árbol familar. Junto a su mujer se licencia en Ciencias de la Información en la Universidad de Madrid. En 1977 Eduardo Sánchez Junco abandona por diversos motivos su vida agraria y se incardina definitivamente, en cuerpo y alma, a la revista ¡Hola!
En 1984 fallece su padre, el alma páter de la publicación. Allí trabaja junto a su madre, un tío suyo, una redacción aún en aquellos momentos bastante modesta, pero él interviene, desde ese espíritu de magnífico ingeniero, de una manera directa y única en la revista. Hijo único de los fundadores, a Eduardo Sánchez Junco no le ha resultado extraño trabajar en familia. En los años 50 empezaron a integrar la Redacción tíos, primos y cuñados, y así han trabajado con él, directamente, sus tres hijos: Eduardo, Mercedes y Mamen.
Tras la muerte de su padre, Eduardo Sánchez Junco se hace cargo de la dirección de ¡Hola! y comienza a edificar un auténtico imperio periodístico nacional e internacional. En 1988 crea la versión inglesa ¡Hello!, que es el arranque del lanzamiento de ¡Hola! como gran producto fuera de nuestras fronteras, lo que ha llevado a que la publicación se venda hoy en todos los países del mundo y sea un referente periodístico de primer nivel. Se imprime en trece países y se edita en nueve idiomas, y su número de lectores cada semana crece en millones de personas (en países como Chile hay dieciocho lectores por ejemplar de ¡Hola!).
El domicilio, en el mismo edificio de ¡Hola!
Eduardo Sánchez Junco amanecía todos los días a las siete y media de la mañana en la segunda planta de un edificio noble en una elegante zona de Madrid. Y desayunaba con «diamantes» periodísticos: el primer informativo de televisión, la Prensa del día, presidida por ABC, diario del que su padre era fiel y conspucuo lector, el dial de la radio... Entre las nueve y las nueve y cuarto subía a la Redacción de ¡Hola! tres plantas más arriba. Su filosofía de trabajo continuaba siendo la misma: vivir en el mismo edificio que «aquella» hermana, la revista ¡Hola!, con la que se crió desde la cuna barcelonesa.
El resto de su empresa se distribuye en las ocho restantes plantas del edificio, en el que también viven sus tres hijos y su madre, que sigue trabajando en ¡Hola! día a día y ocupándose de manera exclusiva de los número especiales sobre la moda de la revista ¡Hola! El despacho en el que trabajaba Eduardo Sánchez Junco es heredero del año 44, cuando nació ¡Hola! Su madre, Mercedes, un maravilloso ejemplo a seguir para Eduardo Sánchez Junco, como lo fue su padre.
Eduardo Sánchez Junco compartía mesa de despacho con su madre y con su hijo, que es el futuro de la empresa familiar, junto a sus dos hijas. Ellos nacieron en el piso segundo cuando la redacción estaba en el primero. Eduardo Sánchez Junco trabajaba día a día bajo un retrato de su progenitor, Antonio Sánchez, el hombre que puso la primera piedra de un negocio familiar que ha derivado en imperio, desde España a Malasia, de la comunicación.
La tradición continúa, y el futuro está más que asegurado. Los proyectos emergen día a día en ¡Hola! de Madrid a Filipinas. Eduardo Sánchez Junco aseguraba que jamás escribiría sus memorias (libro ansiado por cualquier editor) porque «¡tengo muy mala memoria!», ironizaba.
El premio Luca de Tena, que Eduardo Sánchez Junco recibió con honor y orgullo en 2009 en la Casa de ABC, en reconocimiento a su larga y destacada labor periodística, lo dedicó a su padre: "Si hubiera vivido mi padre se sentiría muy orgulloso del prestigiosísimo premio Luca de Tena. Y que lo lleve yo estoy seguro de que lo siente desde arriba", señalaba un hombre que ha muerto con las botas puestas del Periodismo.
Eduardo Sánchez Junco principió en el Periodismo desde la cuna. Cuando nace la revista ¡Hola! en una habitación de su casa de Barcelona él tiene un año. Su infancia machadiana, la de un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra, son recuerdos de un patio donde crecía una publicación gracias al denodado esfuerzo de su padre, Antonio Sánchez, director de «La Prensa», y de su madre, Mercedes Junco.
Los primeros números de ¡Hola!, que se subtitulaba «Semanario de amenidades», llevaban en portada una ilustración. Se distribuyeron 14.000 ejemplares, costaba dos pesetas y tenía veinte páginas. La primera papilla de Eduardo Sánchez Junco olía a tinta y a rotativa. Todo su crecimiento infantil está rodeado de las fotografías de ¡Hola! y de sus padres laborando veinticinco horas al día, comentando la agenda del día, debatiendo la portada, proponiendo entrevistas, pergeñando el relato de la crónica social...
Eduardo Sánchez Junco comparaba su infancia con la de aquellos ganaderos santanderinos que tienen a las vacas en la parte de abajo de su propia casa y los niños crecen junto a ellas. Él creció así junto a ¡Hola!, de manera que su contacto con la revista es como si hubiera tenido una hermana con la que convivir. Sesenta y seis años después, ¡Hola! seguía haciéndose, escribiéndose, gestándose en su propio domicilio, Redacción incluida, y Eduardo Sánchez Junco mantenía así su conspicuo contacto con la revista.
Pero llegó un momento en la vida en la que Eduardo Sánchez Junco decidió estudiar Ingeniería Agrónoma. Aficionado a la agricultura, amante de la naturaleza, a Eduardo Sánchez Junco le atraía la carrera de Ingeniería. Una vez terminada, actúa como un agrónomo en una finca en la provincia de Burgos y en otros lugares.
Pero la tinta periodística nunca dejó de circular por sus venas. Desde siempre supo que su futuro era la revista ¡Hola!, mantener la publicación y que todo siguiera adelante porque era la empresa que hizo crecer su gran árbol familar. Junto a su mujer se licencia en Ciencias de la Información en la Universidad de Madrid. En 1977 Eduardo Sánchez Junco abandona por diversos motivos su vida agraria y se incardina definitivamente, en cuerpo y alma, a la revista ¡Hola!
En 1984 fallece su padre, el alma páter de la publicación. Allí trabaja junto a su madre, un tío suyo, una redacción aún en aquellos momentos bastante modesta, pero él interviene, desde ese espíritu de magnífico ingeniero, de una manera directa y única en la revista. Hijo único de los fundadores, a Eduardo Sánchez Junco no le ha resultado extraño trabajar en familia. En los años 50 empezaron a integrar la Redacción tíos, primos y cuñados, y así han trabajado con él, directamente, sus tres hijos: Eduardo, Mercedes y Mamen.
Tras la muerte de su padre, Eduardo Sánchez Junco se hace cargo de la dirección de ¡Hola! y comienza a edificar un auténtico imperio periodístico nacional e internacional. En 1988 crea la versión inglesa ¡Hello!, que es el arranque del lanzamiento de ¡Hola! como gran producto fuera de nuestras fronteras, lo que ha llevado a que la publicación se venda hoy en todos los países del mundo y sea un referente periodístico de primer nivel. Se imprime en trece países y se edita en nueve idiomas, y su número de lectores cada semana crece en millones de personas (en países como Chile hay dieciocho lectores por ejemplar de ¡Hola!).
El domicilio, en el mismo edificio de ¡Hola!
Eduardo Sánchez Junco amanecía todos los días a las siete y media de la mañana en la segunda planta de un edificio noble en una elegante zona de Madrid. Y desayunaba con «diamantes» periodísticos: el primer informativo de televisión, la Prensa del día, presidida por ABC, diario del que su padre era fiel y conspucuo lector, el dial de la radio... Entre las nueve y las nueve y cuarto subía a la Redacción de ¡Hola! tres plantas más arriba. Su filosofía de trabajo continuaba siendo la misma: vivir en el mismo edificio que «aquella» hermana, la revista ¡Hola!, con la que se crió desde la cuna barcelonesa.
El resto de su empresa se distribuye en las ocho restantes plantas del edificio, en el que también viven sus tres hijos y su madre, que sigue trabajando en ¡Hola! día a día y ocupándose de manera exclusiva de los número especiales sobre la moda de la revista ¡Hola! El despacho en el que trabajaba Eduardo Sánchez Junco es heredero del año 44, cuando nació ¡Hola! Su madre, Mercedes, un maravilloso ejemplo a seguir para Eduardo Sánchez Junco, como lo fue su padre.
Eduardo Sánchez Junco compartía mesa de despacho con su madre y con su hijo, que es el futuro de la empresa familiar, junto a sus dos hijas. Ellos nacieron en el piso segundo cuando la redacción estaba en el primero. Eduardo Sánchez Junco trabajaba día a día bajo un retrato de su progenitor, Antonio Sánchez, el hombre que puso la primera piedra de un negocio familiar que ha derivado en imperio, desde España a Malasia, de la comunicación.
La tradición continúa, y el futuro está más que asegurado. Los proyectos emergen día a día en ¡Hola! de Madrid a Filipinas. Eduardo Sánchez Junco aseguraba que jamás escribiría sus memorias (libro ansiado por cualquier editor) porque «¡tengo muy mala memoria!», ironizaba.
El premio Luca de Tena, que Eduardo Sánchez Junco recibió con honor y orgullo en 2009 en la Casa de ABC, en reconocimiento a su larga y destacada labor periodística, lo dedicó a su padre: "Si hubiera vivido mi padre se sentiría muy orgulloso del prestigiosísimo premio Luca de Tena. Y que lo lleve yo estoy seguro de que lo siente desde arriba", señalaba un hombre que ha muerto con las botas puestas del Periodismo.
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