1 ago 2011

Desesperación


Me prometí a mí mismo ser optimista en las nuevas entradas que publicara en este blog. Pero no puedo. A decir verdad, día a día me voy haciendo más pesimista, el mundo me va asqueando un poco más y empiezo a tener dudas de si realmente algo va a tener futuro. Algunos días me despierto optimista, ilusionado con este o aquel proyecto, idea, estudio o, simplemente, una mera fantasía. Pero otros, como este preciso momento, me siento asqueado, impotente y ridículamente pequeño en un mundo que pasa olímpicamente de mí. Y la culpa, por supuesto, la tiene la estúpida autorrealización personal, el sentir que la profesión para la que te has preparado no tiene un hueco para tí y, si lo tiene, no te lo va a ofrecer. Todo el esfuerzo, la ambición y el perfeccionismo que le he puesto a la carrera; toda la vocación que he sentido durante el escaso contacto con el mundo profesional; y todos los intentos por agarrarme a él de cualquier forma, por cuasiesclavista que sea, no sirven para nada. Buscas una oportunidad y no la encuentras; cuando la encuentras, no te la dan. Aprendes a vivir con la frustración como compañera de viaje. Aunque ni siquiera tienes dinero para un billete en condiciones...

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