Esta semana hemos vivido otro de esos capítulos que brillan por su absurdez y doble moral. Ramoncín, el otrora "rey del pollo frito" y representante de una juventud rebelde, contraria a las convenciones y progresista, denunció al canal de la revista El Jueves en Youtube por utilizar indebidamente su nombre e identidad en un vídeo humorístico. Estoy seguro de que el mismo Ramoncín criticó el secuestro administrativo que la Casa Real llevó a cabo hace un par de años por la polémica portada de los príncipes de Asturias. Pues bien, ahora es el rockero setentero el que intenta callar a la revista por utilizar su eternamente joven rostro en el tanga de uno de los redactores de El Jueves en uno de sus vídeos.
Pero la doble moral de este polifacético artista (cantante, presentador, colaborador de Crónicas Marcianas,
jurado de Operación Triunfo y defensor del
canon digital que TODOS pagamos -0,18€ por CD virgen-) no es nueva. Ya en 2001, cuando OT se convirtió en fenómeno social, musical y, sobre todo, económico, Ramoncín no dudó en escribir un manifiesto en contra del programa. Es más, se dedicó a cambiar los discos de los cantantes de la Academia por "discos de verdad". Ocho años más tarde, el
rockero de dudoso éxito comparecía semanalmente para elogiar y criticar a los "productos musicales" de Telecinco.
Lo más destacado de toda su carrera, y por lo que muchos lo recordaremos para siempre, ha sido su idilio con la
Sociedad General de Autores, ese emblemático organismo sin ánimo de lucro que no duda en llevarse parte de la recaudación de un
concierto benéfico si algún cantante osa reproducir composiciones ajenas. Aunque la abandonó en 2007, todos tenemos en la memoria su defensa del cánon y su rechazo a la piratería -cosa con lo que la mayoría de gente estamos de acuerdo, pero con otros modales-. Y hasta la SGAE quería yo llegar. ¿Qué es la SGAE? ¿Quién hay detrás de la supuesta
honrada defensa de la producción intelectual de los creadores españoles? ¿Quién la tiene que pagar?
Hace ya dos años leí un
magnífico reportaje (acompañado de ilustrativas infografías en su versión impresa) en el
diario Público, en el que se destapaban el entramado de la SGAE. El artículo fue el inicio de una serie de reportajes en los que se intentaba esclarecer el funcionamiento de la institución y le ha costado a Público una demanda por "campaña en contra". Desgranando un poco la información del diario, lo más destacado sobre la Sociedad es lo siguiente:
- Prácticamente la totalidad de las compañías del entramado societario son
Sociedades Limitadas y, por tanto, sí tienen ánimo de lucro.
- La recaudación de esas sociedades limitadas (empresas) procede de los derechos de autor que tanto defienden desde la SGAE para mantener a los pobres artistas.
- Entre estas empresas: la Fundación Autor –tampoco debería tener ánimo de lucro- y la Sociedad Digital de Autores y Editores (SDAE), brazo tecnológico de la SGAE.
- Fundación Autor: único accionista de Iberautor SL, propietaria a su vez de otras cuatro sociedades limitadas, que promueven actividades relacionadas con la cultura (fundamentalmente teatros, muchos de ellos cedidos por el Estado).
- Directivos pluriempleados: el director de la SGAE es el director de otros negocios que comparten domicilio social e incluso teléfono.
- En 2006 (cuando todavía no había canon digital) la SGAE recaudó 343 millones de euros. La mayor parte de este dinero se distribuye entre sus asociados por una forma que la SGAE no revela.
- “Servicios exteriores”: contratación de otras empresas, algunas dirigidas por los propios directivos de la SGAE. En 2005 se gastó en estos servicios 7,1 millones de euros.
A todo esto, y sin ánimo de eternizar la entrada, no podemos olvidarnos de la hipocresía que, como Ramoncín “el legal” muchos artistas han demostrado. A modo de opinión personal, nunca he entendido como Alejandro Sanz, Ana Belén, Víctor Manuel, Pilar Bardem, Joan Manuel Serrat, Concha Velasco y otros grandes –porque lo son- artistas han defendido con pies y manos el proyecto del canon digital y a la SGAE aludiendo a la necesidad de los artistas en estos malos momentos. Y lo dicen así, desde sus mansiones, sus piscinas en Miami y sus estudios de grabación privados. ¿Qué tienen que ver ellos con los cantantes callejeros? ¿Y con el partido político que defiende los intereses de los obreros?
Más trapos sucios de la SGAE: